Para la festividad conocida como “Año nuevo”, las personas ponen de manifiesto parte de sus creencias religiosas, personales, familiares y sociales, dentro de éstas últimas se encuentra el comer doce uvas, correspondientes a las doce campanadas del reloj y que establece las doce horas en punto; al ingerir cada uva se pide un deseo que se quiere obtener en este año nuevo. Así también, se plantean los propósitos que cada persona se propone alcanzar, pretendiendo un crecimiento o desarrollo en una o varias esferas del individuo. Sin embargo, ¿cuántos propósitos que determinaste al inicio del año 2024 realmente lograste?

Es tan común escuchar en otras personas, y hasta en uno mismo, saber de que al final del año no se culminaron los propósitos planteados; ¿por qué no los logramos? Varias causas pueden dar respuesta a dicho cuestionamiento. La primera causa hace referencia a una confusión entre los deseos pedidos a las uvas con los propósitos de año nuevo. Para el cumplimiento de los deseos se espera que se realicen de forma espontánea y sin la menor injerencia del individuo mismo, es decir, a través de factores mágicos, religiosos o cualquier fuerza que esté fuera de las manos propias. En cambio, para la realización de los propósitos, la persona debe todo su esfuerzo y acciones para ello, no es cuestión de azar sino por el contrario, se necesita de disposición, planeación, laboriosidad y ejecución de acciones específicas y consecutivamente persistentes en aquellas metas propuestas.

Es por lo antes dicho, que se presentan las otras causas mencionadas. Cuando se establecen los propósitos, en muchas ocasiones no se prevé todo lo que la persona debe hacer o dejar de hacer para alcanzarlos, por lo que pueden determinarse objetivos irrealistas (tanto en tiempo o en la meta misma) y al no ver resultados inmediatos aparece la desmotivación dejando de lado el objetivo. Con esto se relaciona la falta de planificación en el sentido de no programar objetivos específicos y consecutivos, y no ver sólo la meta final. En cada etapa conseguida habrá que visualizarla como un paso más cerca del propósito final, obteniendo así la gratificación motivacional importante para seguir en el camino. Como ya se mencionó anteriormente, para el cumplimiento de propósitos, no sólo se requiere de la planificación de las acciones sino también de la responsabilidad de las conductas necesarias para ello, elemento esencial del locus de control interno. La falta de compromiso de la persona sobre sus actuaciones en ese camino de consecución es otra de los motivos por los cuales no se cumplen dichos propósitos. Y por último, esta falta de compromiso se encuentra relacionado con una falta de deseo de cambio; muchas de las ocasiones las personas no desean realmente de cambiar algo dentro de sus estilos de vida, por diversas razones, aun cuando dicho cambio pueda mejorar sus condiciones desde cotidianas hasta importantes, pues prefieren mantenerse en ese lugar conocido que hasta el momento les genera confort y casi siempre recompensas inmediatas.Es así que, a manera de resumen, se invita a las personas que pretendan llegar al cumplimiento de sus propósitos de año nuevo establecer objetivos realistas, planeando los pasos a seguir, obteniendo la recompensa de cada uno como parte de la meta final; dichos propósitos requieren de cambios del individuo por lo que se debe estar consciente de ellos y si se está realmente dispuesto de llevarlos a cabo, y nunca dejarlos a ideales o fuerzas ajenas a la propia persona, pues habrá que hacer uso del locus de control interno así como de otros elementos propios del autoconcepto, entendiéndolos como las virtudes que posee el individuo que utilizará como herramientas para lograr los propósitos y dejar de verlos como simples deseos.

¡Feliz año 2025 a todos!

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