En el corazón de Cardonal, Hidalgo, vive Karen Roque Cruz, una mujer cuya vida es un testimonio de lucha y superación. A sus 34 años, es madre de un niño de seis años y, desde hace casi siete, enfrenta las consecuencias de una discapacidad motriz que transformó su vida. Sin embargo, más que una historia de limitaciones, su relato es un faro de esperanza y determinación.

Los desafíos de la vida.

La vida de Karen cambió drásticamente cuando, embarazada, comenzó a perder la movilidad en sus piernas. La incertidumbre y el miedo la acompañaron mientras los médicos luchaban por identificar la causa de su sufrimiento. A los cuatro meses de embarazo, finalmente le diagnosticaron un tumor en la médula espinal. La decisión de interrumpir su embarazo fue considerada, pero su amor por su hijo la impulsó a seguir adelante. El 1 de octubre, Karen se sometió a una cirugía que le salvó la vida, pero que también la llevó a un nuevo camino lleno de desafíos.»El hecho de saber si volvería a caminar era aterrador», recuerda. Después de la operación, Karen pasó por un largo proceso de recuperación que la llevó a un enfrentamiento con la realidad: su movilidad no volvería. Sin embargo, esta aceptación no le impidió buscar formas de seguir adelante. «La vida no se acaba ahí», le dijo un médico, quien se convirtió en su mentor y guía en el mundo de la discapacidad.

La lucha por la inclusión.

Su diario vivir ha estado marcado por la lucha por la inclusión y la accesibilidad. A medida que buscaba participar activamente en su comunidad, se encontró con una serie de obstáculos. Desde la falta de transporte accesible hasta la inadecuación de las instalaciones educativas, Karen experimentó en carne propia la discriminación y las barreras físicas que enfrentan las personas con discapacidad.»Muchos taxis no me querían llevar porque decían que mi silla de ruedas no cabía», comparte. Esta experiencia la llevó a adquirir un vehículo adaptado, una decisión que le devolvió parte de su independencia. Pero la batalla no terminó ahí. Karen ha alzado la voz en foros y con autoridades locales para exigir mejores condiciones de accesibilidad en Ixmiquilpan, donde la falta de rampas y espacios adecuados sigue siendo una realidad.

El poder de la educación y la inspiración materna.

Karen no solo es una luchadora por los derechos de las personas con discapacidad, sino también una madre comprometida. «Quiero que mi hijo vea que no hay límites, que la discapacidad no define lo que podemos hacer», dice con firmeza. A pesar de las dificultades, ella busca ser un modelo a seguir para su hijo, mostrándole que cada obstáculo es una oportunidad para crecer.Su deseo de aprender y desarrollarse la llevó a completar una maestría, a pesar de las dificultades que enfrentó en instituciones educativas que no siempre eran accesibles. «Las escuelas deben ser inclusivas», enfatiza, resaltando la importancia de crear entornos que permitan a todos los niños, independientemente de sus capacidades, aprender y prosperar.

La comunidad y la solidaridad.

A lo largo de su camino, Karen ha encontrado apoyo en grupos de personas con discapacidad. «Busquen en las redes sociales, hay comunidades que pueden ayudar», aconseja a quienes se encuentran en situaciones similares. Su participación en asociaciones locales le ha permitido no solo recibir apoyo, sino también ofrecerlo, creando un espacio de solidaridad y aprendizaje mutuo.Karen ha trabajado con organizaciones como «Un Mundo Sobre Ruedas», levantando la voz sobre la necesidad de una vialidad más accesible. Su esfuerzo ha dado frutos, logrando que se implementen cambios en su comunidad. «Cuando vi las banquetas amplias, me sentí feliz, porque es un pequeño paso hacia la inclusión», comenta con una sonrisa.

Mirando hacia el futuro.

El camino de Karen es un recordatorio de que, a pesar de las dificultades, es posible encontrar fuerza y esperanza. Su mensaje es claro: «No debemos quedarnos en casa. Si no salimos, no nos verán, y la sociedad no cambiará». La resiliencia de Karen Roque Cruz no solo inspira a quienes comparten su situación, sino también a todos aquellos que luchan por un mundo más justo y accesible.A medida que su hijo crece, Karen continúa luchando por un futuro en el que la inclusión y la empatía sean la norma. Su historia es un ejemplo de cómo, a través de la perseverancia y el amor, es posible desafiar las adversidades y construir un camino lleno de posibilidades.

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