Este miércoles, decenas de personas protestaron de manera silenciosa en la COP16, la cumbre de Naciones Unidas sobre biodiversidad, celebrada en Cali, Colombia. Con pancartas en español e inglés, los manifestantes exigieron el reconocimiento de los pueblos indígenas y sus conocimientos ancestrales en las negociaciones de la cumbre, bajo el lema «Paz con la naturaleza». Las comunidades indígenas han alzado la voz en este evento mundial para resaltar su rol como guardianes de la biodiversidad, enfrentando la amenaza de la exclusión en las decisiones globales.

María Josefa Macz, indígena maya de Guatemala, expresó el sentir de su comunidad al señalar: «No más destrucción de nuestros elementos naturales. Somos las guardianas de la biodiversidad, sin nosotros no es posible hacer la paz con la naturaleza». Vestida en atuendos tradicionales, Macz representaba no solo a su comunidad, sino también a los muchos pueblos originarios que buscan ser reconocidos en las discusiones sobre biodiversidad y medio ambiente.

La protesta se centra en el artículo 8J del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que propone un órgano subsidiario permanente que incluya a pueblos originarios y comunidades locales en las decisiones sobre biodiversidad. El artículo subraya la necesidad de establecer medidas para proteger los conocimientos, innovaciones y prácticas indígenas, así como la participación en los beneficios derivados de su uso. Sin embargo, la inclusión de este órgano ha sido controversial, con algunas naciones oponiéndose a la creación de un organismo permanente, lo que llevó a los pueblos indígenas a alzar la voz con esta manifestación.

Viviana Figueroa, indígena omaguaca de Argentina y experta del Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Biodiversidad, explicó que la aprobación del artículo 8J permitiría establecer un sistema más justo, en el cual los conocimientos indígenas puedan contribuir al bienestar global y, a su vez, se respete y valore su autonomía cultural. «Una negociación sin los campesinos no es posible. No es posible negociar a costa de nosotros», enfatizó Macz, quien cultiva alimentos en su parcela en Guatemala.

La presidenta de la COP16, Susana Muhamad, mostró optimismo respecto al avance en las negociaciones y afirmó que están a punto de alcanzar un acuerdo para implementar el artículo 8J. «Vamos muy avanzados en el artículo 8J, yo creo que ya estamos en los últimos momentos, si nada raro pasa, para avanzar en esa decisión», declaró Muhamad, quien también es ministra de Ambiente de Colombia. Sin embargo, la resistencia de algunos países a crear un órgano permanente refleja los desafíos que enfrentan los pueblos originarios en su lucha por el reconocimiento y el respeto a su saber ancestral.

En paralelo, indígenas de nueve países amazónicos lanzaron el «G9 de la Amazonía Indígena», una alianza que busca posicionar una voz unificada en los foros internacionales. Este grupo busca asegurar que las políticas de biodiversidad respeten los derechos y el conocimiento de los pueblos que habitan esta región rica en biodiversidad, pero amenazada por la explotación y destrucción ambiental.

La COP16 ha puesto de manifiesto que la inclusión de los pueblos indígenas no es solo una cuestión de representación, sino de justicia ambiental. Los pueblos originarios han defendido sus territorios frente a la crisis de biodiversidad y su conocimiento profundo de los ecosistemas puede ofrecer soluciones sostenibles a la crisis climática. La comunidad internacional se enfrenta a una encrucijada: decidir si integrará realmente la sabiduría indígena en sus políticas de biodiversidad o si seguirá avanzando sin una perspectiva que asegure la paz y el equilibrio con la naturaleza.

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