La asociación de protección animal Jauría de Balú ha alzado la voz en defensa de los derechos de los animales en Hidalgo, exigiendo sanciones contundentes contra el uso de pirotecnia. Según Alba Luisa Jiménez, presidenta de la organización, los estruendos provocados por los fuegos artificiales no solo generan molestias, sino que constituyen un acto de crueldad hacia los animales al poner en riesgo su salud física, emocional y orgánica.
En declaraciones a El Sol de Hidalgo, Jiménez destacó la alta sensibilidad auditiva de perros y gatos, quienes son capaces de percibir sonidos tres veces más intensos que los humanos. Esta hipersensibilidad provoca en ellos reacciones como taquicardia, estrés extremo e incluso la muerte. “Sabemos que muchas familias dependen económicamente de la pirotecnia, pero los derechos de los animales deben ser visibilizados. Necesitamos encontrar un equilibrio que no cause daño”, enfatizó.
La activista hizo referencia al artículo 22 de la Ley de Protección y Trato Digno para los Animales del estado, el cual prohíbe actos que causen sufrimiento innecesario o la muerte de animales. Desde su perspectiva, el uso de pirotecnia claramente infringe esta normativa. Como ejemplo, recordó el caso de una perrita que falleció de un infarto en Actopan hace cuatro meses, tras el estruendo provocado por una fiesta patronal.
Los efectos negativos no se limitan a los perros y gatos. Durante las festividades guadalupanas, Jauría de Balú recibió reportes de animales perdidos que escaparon aterrados de sus hogares, y en zonas como Paseos de la Plata, habitantes encontraron varias palomas muertas, presuntamente afectadas por los estruendos. “Es urgente que el gobernador tome cartas en el asunto. Este no es un problema menor, es una cuestión de salud y bienestar para todos los seres vivos”, añadió Jiménez.
De acuerdo con la Fundación Antonio Haghenbeck, el ruido de la pirotecnia puede provocar en los animales miedo, ansiedad, dolores de cabeza, náuseas e incluso pérdida de audición. Frente a este panorama, la asociación ha difundido recomendaciones para mitigar los efectos de estas explosiones, como crear ambientes relajantes con música suave y el uso de difusores de aromas calmantes. Sin embargo, estas medidas no son soluciones definitivas.
El uso de pirotecnia forma parte de las tradiciones culturales y religiosas de Hidalgo, pero el creciente reconocimiento de los derechos animales exige una reflexión colectiva. Jiménez subrayó que esta problemática no busca erradicar las festividades, sino encontrar alternativas más seguras y sostenibles, como el uso de pirotecnia silenciosa o espectáculos de luces LED, que ya han sido implementados en otros estados y países.
“Es necesario evolucionar nuestras tradiciones sin perder su esencia. Los animales tienen derecho a una vida libre de miedo y sufrimiento”, concluyó Jiménez. Por ahora, el futuro de la pirotecnia en Hidalgo queda en manos de las autoridades y de la conciencia social.