Cada vez que se utiliza el prefijo “auto” en cualquier palabra, hace referencia a “propio” o “uno mismo”; es así que los tres términos de los cuales se hablarán en esta ocasión apuntan al conceto, la valía y la estima que el sujeto tiene sobre sí mismo, cada uno diferente, con características y especificaciones propias, y a pesar de ello relacionados entre sí.La palabra “concepto” alude a la idea, la creencia y/o el conocimiento sobre algo; por lo que cuando se utiliza el término de autoconcepto se refiere a la idea o conocimiento que el individuo tiene sobre sí mismo, la imagen mental que se conforma de características que lo hacen único y también aquellas que puede compartir con otros seres humanos. Para conocer tu autoconcepto, responde de manera honesta y lo más ampliamente posible la pregunta ¿quién soy?Habitualmente, al responder el cuestionamiento anterior, aparecen atributos que puedan categorizarse en virtudes, defectos, habilidades, valores y características que puedan ser realistas, es decir, comprobadas bajo las conductas que las sustenten, pero también creencias, siendo contrarias a las anteriores y sólo basadas en supuestos o anhelos. En cuanto a los atributos que son corroborados con la puesta en práctica de manera cotidiana (ejemplo: siempre ser puntual) o en circunstancias específicas (ejemplo: ser aguerrido bajo una situación adversa), por lo regular se adquieren y el individuo sabe de ellos a través de la autovalía.El término autovalía remite al sentimiento de valoración experimentado por la persona sobre sí misma, utilizando la palabra valía como sinónimo de mérito. Es así que para establecer la valía que el sujeto experimenta de su propia persona debe contestar, no sólo a la pregunta de ¿cuánto valgo?, sino también a la interrogante ¿de acuerdo a qué expreso que valgo ello? Para responder la segunda interrogante habrá que hacer una reflexión sobre los logros que se hayan obtenido en cualquiera de las esferas (social, laboral, familiar, personal), estableciendo un vínculo entre el establecimiento de metas y la capacidad de alcanzarlas o no, en qué nivel se alcanzaron y bajo qué circunstancias, pues ello proporcionará la sensación de ser un humano competente, elementos que a su vez conformarán parte del autoconcepto.Por otro lado, pero no distante, se presenta la autoestima que debe entenderse como la estimación propia, caracterizada por el amor, el cariño, el cuidado en todos los aspectos, la estima y el respeto para uno mismo. Se obtiene a través de la respuesta al cuestionamiento ¿cuánto me quiero? Y aún cuando se pueda responder de manera automática y casi siempre de forma positiva, habrá que realizar una verdadera introspección basada tanto en el autoconcepto y la autovalía, pues es importante la congruencia entre los tres elementos, siempre fundamentados en evidencias concretas y tangibles. No se puede amar algo que no se conoce y/o algo que no tiene valor (según el sistema de creencias individual); así también, para valorar algo debo conocerlo, y por que lo valoro lo aprecio.A manera de conclusión, el concepto, la valía y la estima siempre estarán vinculados entre sí, son interdependientes cuando están referidos a la propia persona. No hay que temer ni rehuir al análisis propio o a la crítica sana y constructiva, pues sólo a través de éstos se obtiene una claridad sobre los aspectos antes mencionados, elementos importantes para una sanidad mental.