Psic.Julio Eduardo Trejo Cruz


-¡Si es la vecina dile que no estoy…!
El mentir ha sido la acción qué más se ha normalizado en la actualidad, no solo porque
desde pequeños se nos educa con mentiras “piadosas”, sino que no se cuestiona lo
que escuchamos, leemos o decimos; estamos en una situación en la cual pareciera
que solo basta decir cualquier cosa con seguridad para poder decir que es verídico.
Robert S. Feldman, psicólogo de la universidad de Massachusetts en Amherst, reveló
en el 2002 que la mayoría de las personas mienten, y esto se hace más de una vez al
día. En su estudio mostró que más de la mitad de los participantes en su investigación
mintieron al menos una vez en una conversación de 10 minutos, con un promedio de 2
a 3 mentiras por interacción.
Constantemente se tiene un discurso en que las mentiras se perciben como «mentiras
piadosas» o pequeñas falsedades con el único fin de evitar conflictos o proteger
sentimientos -ya sean los propios o los ajenos- y no necesariamente son engaños
malintencionados con finalidad de dolo.
Kant menciona que el mentir es algo que está mal y siempre lo estará, no importa la
finalidad o la intención de la mentira, la mentira es y será mentira, y no es algo el cual
se debería medir por las consecuencias, sino por el respeto hacía el otro sujeto,
debido a que la persona a la cual se le está mintiendo es un ser racional y mentirle
atenta ante esa racionalidad individual del ser, por consecuente el ser posee la
oportunidad de elegir, reaccionar e inclusive sentir ante tal acto y mentir solo es privar
a la persona de actuar con libertad.
Kant menciona un concepto central ante está interrogativa que es el “imperativo
categórico” en el cual explica que toda acción debe de ser pensada y sobre todo
ejecutada ante la perspectiva que si se convirtiese todo acto en una ley universal todos
estaríamos bien. Sembrando la interrogativa de si siempre se debería de mentir sin
importar la circunstancia para proteger a los otros, y si la respuesta ante está pregunta
es “no”, entonces no se debería de hacer.
Desde una teoría ética consecuencialista como lo es el utilitarismo se podría pensar
que el mentir protege no solo al individuo, sino a todo lo que conlleva en sí, como son
ilusiones, metas, creencias, etc. por que al final el mentir se consideraría un acto más
humano, en el cual se estaría protegiendo la integridad, alegría y paz de un tercero,
trayendo consigo un mayor bienestar y un sufrimiento casi nulo.
Pero bajo estás perspectivas lo que queda es cuestionarse a sí mismo el por qué se
decide mentir, ¿es por ayudar al otro? o porque sé que si la otra persona concibiera la
verdad, está decidiría no permanecer ahí.

2 comentarios en «¿Es bueno mentir creyendo que está bien?»
  1. Durante mi juventud, mentir fue mi manera de escapar, de huir de una realidad que aún no sabía cómo afrontar. Las mentiras no eran más que intentos torpes de proteger mis debilidades, de esconder lo que me dolía o no entendía. Hoy sé que esa no es la salida.

    Con el tiempo, he aprendido que lo más valiente que uno puede hacer es mirar de frente su realidad, abrazarla tal como es, con sus luces y sombras. Porque solo cuando dejamos de mentirnos a nosotros mismos y a los demás podemos vivir con autenticidad.

    Y sí, habrá personas que se alejen cuando ya no escondas tu verdad. Pero también se quedarán aquellas que te aceptan completo, sin máscaras. Ellas son las que realmente valen en este camino llamado vida. Gracias Psicólogo Eduardo, por tocar estos temas tan necesarios.

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