De los 35 municipios en Hidalgo con presencia de pueblos y comunidades indígenas, solo Metztitlán y San Felipe Orizatlán han tomado medidas concretas para normar los usos y costumbres, con el fin de garantizar que estos no vulneren los derechos humanos. Este dato fue revelado por Prisco Manuel Gutiérrez, comisionado estatal para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, quien instó a los ayuntamientos a asumir un rol más activo en la promoción del diálogo y en la inversión en proyectos que combatan la pobreza extrema.
La Ley Orgánica Municipal de Hidalgo otorga a los regidores la facultad de reglamentar los usos y costumbres para asegurar que los derechos humanos sean el eje de la convivencia social. Sin embargo, según Gutiérrez, este es un tema difícil de abordar, lo que ha resultado en una participación limitada por parte de los cabildos. “La creación de comisiones permanentes para atender a los pueblos indígenas podría fomentar un diálogo progresivo y favorecer la asignación de recursos y obras”, afirmó.
Ixmiquilpan, Nicolás Flores, Tepeji del Río y Tulancingo son los únicos municipios que cuentan con representantes indígenas en sus cabildos, aunque estos solo tienen voz y no voto. Esta situación limita su capacidad de influir en la toma de decisiones clave que afectan a sus comunidades.
Además de la falta de normativas que armonicen tradiciones con derechos humanos, muchas comunidades enfrentan problemas estructurales como la pobreza extrema. Gutiérrez subrayó que los gobiernos municipales deben priorizar proyectos esenciales, como:
- Infraestructura de drenaje y agua potable.
- Expansión de la red de energía eléctrica.
- Mejora de los sistemas de educación y salud.
Estas inversiones no solo mejorarían las condiciones de vida en las comunidades indígenas, sino que también podrían fortalecer la cohesión social y el respeto por los derechos humanos.
El comisionado estatal enfatizó la necesidad de que los ayuntamientos actúen de manera urgente. Regulaciones claras y justas podrían ser el primer paso hacia un desarrollo más equitativo que respete tanto las tradiciones como los derechos fundamentales de las comunidades.
En un contexto donde las desigualdades persisten, Hidalgo enfrenta el desafío de convertir estas propuestas en realidades tangibles. Solo así se podrá garantizar que las futuras generaciones disfruten de una sociedad más inclusiva y respetuosa de la diversidad cultural.