Psic. Julio Eduardo Trejo Cruz.
La perdida es algo inherente a la vida, todos la hemos experimentado ya sea por la
perdida de una mascota, una oportunidad laboral, un deseo inconcluso, un amigo o el
fallecimiento de un ser querido. Dentro de la psicología se concibe la perdida como la
ausencia de algo o alguien significativamente importante que genera en nosotros una
serie de conductas que son producto de nuestras respuestas emocionales.
A lo largo de la historia diversos autores han estudiado la perdida y sus consecuencias
brindado así diversos esquemas que intentan explicar el aparente proceso que
conlleva el experimentar un duelo.
Por ende me gustaría explicar la etimología de la palabra “duelo”, ya que está proviene
del latín “duellum” que significa combate o guerra, pero también se deriva del vocablo
“dolus” que significa dolor, siendo así que la palabra “duelo” se traduce como el
“enfrentamiento del dolor”, que se asocia mayormente ante la perdida de algo o
alguien.
La doctora Elisabeth Kübler-Ross que es a quien se le atribuye la mayor parte de las
investigaciones respecto al duelo; uno de los trabajos más importantes y más
reconocidos dentro del campo de la tanatología son las etapas del duelo, en dónde
ella menciona que el humano pasa por 5 etapas al afrontar el duelo, las cuales son:
Negación, ira, negociación, depresión y aceptación; lo cual debido a estás
investigaciones se estableció una base más sólida para lo que hoy se concibe como
tanatología.
La palabra “tanatología” proviene del griego «thanatos» que se traduce como muerte y
«logos» que significa estudio o tratado, lo que la traducción literal es «estudio de la
muerte”. En un inicio la tanatología se pensó como una manera de ayudar a los
enfermos terminales para poder tener un buen morir; la pionera en dar cimientos a los
cuidados paliativos dentro de los hospitales fue la enfermera Cicely Saunders, en
donde ella exponía y comprendía que cada paciente posee una cultura, religión y una
historia de vida única, que a pesar de estar al borde de la muerte merecen el respeto
como un individuo único, hasta el último momento.
La tanatología hoy en día reconoce que el duelo no solo se limita a la muerte de un ser
querido, sino a cualquier pérdida que genere un impacto emocional significativo, como
temas de la salud, empleo, relaciones sociales, sueños o inclusive aspectos
relacionados con la identidad.
Es importante destacar que hoy en día la tanatología no se ve a través de una serie de
fases lineales en las cuales se deben de afrontar para concluir un proceso de duelo.
No son una serie de pasos en los cuales debe de ocurrir o experimentar uno primero
para proceder a la siguiente fase.
El duelo se ve en diversas formas debido a como Saunders lo mencionaba, cada
persona posee una historia de vida y eso conlleva a que el proceso de duelo se
experimente de formas diversas; hay veces que no se experimenta llanto o enojo, lo
cual en ocasiones aquellas personas que nos rodean piensan y nos mencionan que no
hemos cerrado un ciclo debido a que no experimentamos el duelo como socialmente
se espera.
El duelo desde una perspectiva contemporánea no se relaciona a una temporalidad,
desde está perspectiva hay duelos que duran más que otros, sin embargo desde una
perspectiva clínica, según el diagnostic and statistical manual of mental disorders 5th
Edition (DSM-V) considera el duelo patológico a aquellos síntomas que persisten por
un período significativamente mayor de lo esperado culturalmente (en general, más de
12 meses para adultos y 6 meses para niños y adolescentes).
Sin embargo tenemos que tener presentes que la manera en como podemos expresar
y superar nuestro duelo es diferente en cada uno de nosotros (inclusive entre
integrantes de la misma familia), por ello es importante respetar, apoyar cuando está
en nuestras posibilidades y en caso de ser necesario pedir ayuda a un amigo, familiar
o profesional de la salud.
No hay perdida sin ganancia y no hay ganancia sin perdida, sea cual sea el duelo que
estemos cruzando, habrá un mañana en donde recordemos aquello que perdimos sin
que nos atormente. Inclusive ante la perdida más grande, el ser humano tiene la
capacidad de afrontarlo, porque el hombre posee dos vidas… y la segunda empieza
cuando nos damos cuenta que solo tenemos una.